UNA POSIBILIDAD POSIBLE
El psicoanalista Donald Spence
dice que: “los eventos no son suficientes”, entonces, se hace necesario crear
historias, discursos que permitan resignificar eventos o encontrar un sentido
al sin sentido de las circunstancias humanas. De aquí que la vida empieza a ser
una historia, un narración, una interpretación en la que no importa mucho lo
que pasa, sino lo que se cuenta o se relata sobre aquello que pasa, bajo la
égida de la construcción de una identidad e identidades. Entonces, el ser
humano se presenta con una identidad cambiante, dinámica, mutante para
convertirse en una coexistencia de identidades.
El hecho mismo de la presencia
de diferentes situaciones y circunstancias se hace necesario ser uno aquí y
otro allá, lo cual no significa la pérdida de autenticidad o coherencia. Es así
como la sociedad “exige” la fragmentación del ser humano, entonces, hablamos no
de un yo, sino de yoes y por ende creamos diversos discursos e intentamos
adaptarnos a las diferentes situaciones, entonces, somos y no somos, por eso
Sartre decía que: “el ser humano es nada”, es decir siempre somos proyecto,
posibilidad, siempre tenemos la oportunidad de ser diferentes y otros. Por eso,
si alguien me preguntase por mi identidad, le diría: yo soy una posibilidad
posible.
Es así como nos narramos en
cada circunstancia y en cada momento, pretendemos encapsular las circunstancias
para aferrarnos al envite de nuestra historicidad. Los sucesos en la vida
humana sería frívolos, irrelevantes, banales si no adquiriesen su significado
de la manera en cómo estos son contados, sucesivamente. Entonces, nacen los
relatos. Como se dijo anteriormente, el ser humano pretende adaptarse o mejor
dicho metamorfosear situaciones, ya sean ordinarias o extraordinarias. En un
salón de clase somos éstos, en una fiesta somos aquéllos, en una ceremonia
somos ellos ¿Hemos perdido nuestra identidad? ¿Estamos desconectados de la
realidad o alucinamos ser lo que no somos? ¿Quiénes somos realmente? Me alivia
mucho el hecho de pensar que no somos nosotros, porque si queremos seguir
gestándonos en seres ubicuos, compartamentalizados, fragmentados
diegéticamente, tenemos que dejar de ser nosotros. Me fascina la idea de ser
como átomos en el vacío.
No somos ni sí somos, simplemente que la vida
es simulación pero al mismo tiempo disimulación.
Fénix!!
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