DRAMATIZANDO
EL DRAMA DE LA VIDA El día había empezado con algunos augurios loables y las voces sublimes de éstos me invitaron a iniciar un trayecto. Salí de aquel lugar con una algarabía gratificante, mientras mi respiración despertaba a los dioses que se encontraban dormidos en el seno de la comodidad. Mis primeros pasos fueron firmes y decididos, pero mientras avanzaba, la gallardía y la beligerancia de mis pasos se iban esfumando como unas huellas de humo. Mi trayecto discurría en un camino angosto, pero largo. Caminaba acompañado por aquel que siempre ha sido una prefiguración de una emanación mental: yo mismo. Caminaba mirando al piso, otras veces, levantaba la frente para divisar las distancias entre lo conocido e impredecible. Mientras caminaba, se escuchaba los sonidos de otros pasos, la bulla de unos carros destartalados, el sonido de voces que se conjugaban en algo indescifrable. Había caminado una distancia considerable, pero de pronto la voz de un ruido i...