IMAGINANDO MUNDOS
Existen éstos y aquéllos
mundos, pero éste mundo no existe. La vida del hombre, se torna, a veces,
procelosa, vertiginosa, pueril, frívola, pero creadora y emergente. Entonces,
empezamos a presenciar un abanico inmenso de situaciones y posibilidades que, a
veces, complican o hacen más fácil elaborar una perspectiva o tomar una postura
o decisión frente a lo circundante. Por eso, no es descabellado pensar y sentir
que estos y aquellos mundos parecen desplomarse, desvanecerse, esfumarse,
evaporarse al ritmo de una canción melancólica o nostálgica. Y muchas veces,
este sentimiento tiene consecuencias funestas: la repetición compulsiva o el
calor asfixiante de la monotonía.
Como decía Seyla Benhabib, es
importante entender al ser humano no solo como una abstracción, sino también
como un individuo concreto, es decir, con una historia, inserto dentro de un
determinado contexto y cultura, con necesidades específicas. Y son éstas
últimas, las que incitan al individuo a dividirse, al sujeto a sujetarse, a la
persona a despersonificarse. Son éstas últimas, las que inculcan miedo, a través,
de su precariedad, impotencia, por medio, de su escasez, nostalgia, por medio,
de su palúdica condición. Es así como las guerras, los terremotos, la falta de
comida para algunos, los desastres naturales, las epidemias, los odios, la
violencia nos dejan perplejos, boquiabiertos, paralizados, anestesiados. Pero,
afortunadamente, y a pesar de todo, nuestras
venas insufladas de movimientos nos empujan a crear nuevas estrategias y
mecanismos que nos permitan seguir viviendo y metamorfosear la realidad.
Entonces, nace la imaginación
para imaginar lo inimaginable, para exhumar cadáveres, para imaginar que
todavía seguimos siendo nosotros y que nuestra grandeza radica en construir
mundos paralelos a los que ya tenemos. Imaginar una realidad diferente, permite
forjar en el panorama de nuestra mente horizontes diáfanos y longevos,
pletóricos de armonía y concordia, justicia social, exentos de prejuicios y
vanidades inútiles. Imaginar una realidad diferente. nos permite tejer almohadas
suaves para recostar nuestra cabeza y soñar con tranquilidad. Pienso que los
efluvios de la imaginación permiten construir mundos encomiables, dignos de ser
creídos. Empecemos a imaginar que el hombre concreto tiene una historia con diferentes
situaciones, pero que éstas también fueron imaginadas. Por eso, cada vez que
siento que este mundo no es mi mundo, imagino un mundo, o mucho mejor, imagino
mundos. Wittgenstein dijo que probablemente el sentido de este mundo está fuera
de éste mundo. Yo no tengo un mundo, tengo mundos y éstos son básicamente imaginados.
Es que también, tengo derecho a soñar, a ilusionarme, también, tengo derecho a
ser un heraldo de la utopía sin ser un mensajero de lo quimérico.
Solo la imaginación puede crear
mundos imposibles, por eso hoy imaginé estos cordones umbilicales.
Fénix!!!
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