AQUEL CALIZ
La acrimonía de
aquel día,
un mutismo sepulcral,
un estado casi de agnosia;
una mañana
agoniosa sin cara angelical.
No quise
anochecer sin divisar la aureola;
mis pies estaban en el lodo de aquel azarbe;
el belísono toque de mis pies
iba abriendo la
bocacalle.
Bebí el cáliz
de la vivacidad;
mi cuerpo absorbió nuevo caudal;
me convertí en un celícola,
de mi vida el
cardenal.
No me da miedo
si el día anochece;
conyugalmente
me he unido a la luz;
mi aliento
diamantífero protege mi camino,
veo la luz
Aquel estado de
depauperación se he esfumado.
La vigorosidad
de mi alma canta cada mañana,
la melodía de
la nueva vida se escucha,
es una locura
sana.
Fénix!!!
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