UN COSMOS CON ÉTICA
COSMÉTICOS
El cosmos con una ética parece
un imperativo ineludible. La normatividad, se convierte entonces, en una manera
de vivir, en una estrategia de acercamiento a un cosmos que crece
vertiginosamente y que muchas veces se mueve de manera desordenada y caótica. En
este sentido, las fluctuaciones asimétricas se trasforman en una amenaza para la
proporción, la armonía y lo estéticamente aceptable. De aquí que el cosmos sin
una ética sería un espacio caracterizado por lo deforme, lo ominoso, lo
catastrófico.
Sería necesario en otra ocasión
preguntarnos ¿qué es la ética? ¿De qué cosmos estamos hablando? ¿Hace falta una
ética para vivir en el cosmos? Pero para este caso, la presuposición de que
entendemos los conceptos es más que necesaria.
No creo equivocarme si digo,
que cada día, los seres humanos experimentamos el desorden, la asimetría, lo
desproporcional. El miedo y la angustia aparecen como catalizadores de una vida
viviente que se agita constantemente. Frente
a esto, sentimos la necesidad inconmutable de crear o reinventar una o unas
maneras de afrontar una circunstancia que parece insertarnos en lo ignoto de un
cosmos extendido pero desconocido. Afortunadamente, vivimos en un universo
donde la posibilidad significa la existencia de múltiples posibilidades, la
verdad como la coexistencia de innumerables verdades. Entonces, tenemos la
posibilidad de escoger aquello que nos parece lo más apropiado para afrontar
una realidad circunstancial espantosa, como si el desorden, lo asimétrico, lo
desproporcional no formaran parte de un universo que nació de la desproporción
y de lo caótico.
Muchas veces, el movimiento del
cosmos parece sobrepasar los umbrales de nuestra creatividad, porque el caos se
extiende rápidamente. Es aquí donde necesitamos un cosmos con ética
(cosméticos) necesitamos poner orden en el casos, en lo catastrófico. Entonces,
nacen los cosméticos.
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