TENEMOS EL MISMO ORIGEN
¿A DONDE VAS?
El día estaba
prometiendo nuevos horizontes, con un cielo claro, con una atmósfera
confortable, con una relajante y atractiva temperatura, el sol estaba brillando
permitiéndome contemplar como las nubes desaparecían tristes y sin fuerzas como
unos soldados que han tenido una más de
sus innumerables derrotas.
Era un
espléndida tarde cuando decidí ir a caminar porque mis instintos básicos me
dijeron que necesitaba moverme, entonces fui a mi cuarto, tomé una chompa azul
para combinarlos con mi jeans azules y bajé las escaleras del castillo para
empezar mi trayectoria como un peregrino mirando por una estrella luciente en
aquel pequeño pero cándido universo en el que se ciernen un sinnúmero de
posibilidades alrededor del hombre. Yo escogí el camino que solía tomar, era
una ruta amigable pero he descubierto que a veces ella se molesta conmigo, será
quizá que mis pies son ásperos para pisar aquella tierra delicada. Yo estaba
caminando un poco perplejo, pensativo, inmerso en la inmensidad de mi aventura,
estaba caminando como un hombre que tiene todo pero nada la mismo tiempo, a
veces iba recitando algunos versos de aquel lenguaje órfico que Dios me dio. Yo estaba muy cerca de una
pista, el sonido de aquellos carros grandes me dejó un poco estupefacto.
Después de unos minutos decidí escoger
otro camino porque aquel me parecía un poco más largo para caminar ya que mis
sentido se encontraban encapsulados por la magnilocuencia de aquel día
absorbente, de pronto un hombre manejando una motocicleta se detuvo frente a
mi, yo estaba sorprendido, entonces le miré, el hizo una señal con una de sus
manos como diciendo sólo estoy chequeando, le sonreí sin propósito y continué
mi caminata un poco pequeña pero fértil. Después de un momento me di cuenta que
estaba un poco lejos del castillo donde yo vivía momentáneamente entonces sin
una sombra de duda decidí regresar. Mientras estaba caminando escuché el sonido
distractor de un carro, un carro azul, el mismo hombre que me había hablado
estaba manejando el carro, en realidad estaba bajando del carro como un hombre
que quiere disparar para destruir a sus
enemigos, el vestía unas botas verdes,
pantalones azules y un polo blanco decorado con unas líneas azules, yo pude
inducir que aquel hombre estaba trabajando por la apariencia que tenía en aquel
preciso momento, aunque algunos trabajan con terno también, pero digo el estaba
trabajando en una chacra, no le presté mucha atención, pero de pronto me habló,
yo creo que el me dijo algo en Flamenco porque mi intuición me ayudó a
decodificar lo que el dijo: papeles!!! Me di la vuelta y le dije: ¿Cómo? El
contestó con una voz seria ¿Dónde vives? Yo pensé en realidad en ninguna parte,
pero le dije educadamente: en un castillo cerca de aquí. ¿Dónde viven los
curas? ¿Eres sacerdote? Bueno es algo similar pero no lo soy, soy religioso, no
continué explicándole porque me di cuenta que eso innecesario, sólo quería
demostrarle que no tenía miedo. ¿De dónde eres? Me preguntó. Como ser humano
soy del mundo, como Roli soy de Perú pensé interiormente, pero le dije
amigablemente: soy de Perú. ¿Qué haces aquí? El me preguntó de nuevo. Bueno
estoy estudiando le contesté. Estoy sólo caminando para distraerme y para
salirme de mi rutina que a veces ofusca mi mente. El se dio la vuelta y se fue
porque no hay preguntas cuando la verdad brilla con todo su esplendor. Su voz
me hizo ver que el estaba furioso, quizá no aceptaba el hecho de ver un hombre
diferente a el.
¿Por qué somos
tan sospechosos? ¿Confiamos verdaderamente en los seres humanos? ¿De qué
tenemos miedo? ¿Nos vemos nosotros mismos en los otros?
Regresé al
castillo, me saqué el abrigo que llevaba, encendí un hervidor eléctrico y me
senté en una silla confortable a tomar una taza de café.
El dinamismo
de una aventura hace descubrir a unos nuevas cosas, por ejemplo a veces nos
describimos proyectando en los otros nuestros complejos sádicos, sin embargo la
más afortunada cosa es que aún podemos hablar entre seres humanos,
probablemente eso no parezca productivo pero al menos me dice que alguien está
interesado en mi, entonces no soy un extraño porque pertenezco al mundo donde
la gente me ayuda a dar a luz preguntas insaciables las cuales hacen nacer
otras preguntas con ansias de encontrar una respuesta pertinente. Nada en la
vida pasa por coincidencia. La respuesta está en un punto medio entre dos
personas. Me gustaría regresar a aquel lugar para descubrir las respuestas con
preguntas diferentes, no me atrevería a preguntar ¿Dónde vives? Sino ¿Por qué
vives? No me gustaría preguntar ¿Qué haces? Sino ¿Por qué haces lo que haces?
No me gustaría preguntar ¿De dónde vienes? Sino ¿A dónde vas?
Cada historia
personal está hecha de eventos muy concretos.
Fénix
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