ELLA
LA MUJER
Siempre me han fascinado las
mujeres. Es imposible no quedarse pasmado de paroxismo frene a una mujer que
con un aire sensual mueve su cabello como si fuesen los jardines colgantes de
Babilonia. Sería un pecado mortal no pararse y mirar cuando una mujer camina
como si existencia del planeta estuviera
subordinada a sus encantadores y armónicos movimientos. Sería antinatural no
sentir que la tierra está sostenida por la mirada traviesa, provocativa y
sugestiva de una mujer. Sería una escasez de sensibilidad no quedarse inmerso
en un mundo de locuras inmaduras escuchando la voz de una mujer tan nítida y
fresca como un gota de rocío la amanecer que cae sobre la hierba verde. Sería
una indiferencia aberrante no quedarse sin tragar saliva desmesuradamente frente
a la sonrisa de una mujer que se expande
delicadamente hasta perfumar lo más recóndito del corazón humano. Es casi una
experiencia providencial sentirse inmerso en un universo en el que una mujer se
engríe. Su engreimiento es como los salmos de Salomón o como el perfume que
María Magdalena derramó en los pies de Jesús y los secaba con su cabello. Nunca
me arrepentiría de engreír a una mujer.
La mujer siempre se cambia
de ropa para cumplir un designio divino que es darle al mundo otro color, otras
posibilidades de vivir. He conversado con muchas mujeres, he visto muchas
mujeres y paulatinamente voy encontrando a la mujer. Mi amiga siempre mira
catálogos de braziers y ropas interiores y ahora entiendo que lo encantador
tiene que ser cubierto con lo mejor para
que al ser descubierto sea sorpresa, sea una emanación de sentimientos. Una vez
soñé que mi amiga miccionaba vino de misa y ahora entiendo que lo sagrado solo puede
producir algo sagrado. Es un lugar perfecto y sublime como para ser una fuente de
donde mana agua, vino, luz y vida. La mujer nunca dejará de ser un ser
destinado a convertir el mundo en un lugar diáfano y longevo. Si la especie humana se extingue yo le
pediría a Dios que una mujer sobreviva y eso será suficiente para que el mundo
sea eterno, benévolo y placentero. La respiración de la mujer haría que las
flores más aromática y bellas broten incluso en los más áridos desiertos, que
el agua fluya hacia arriba y que todos los cirios de las capillas se enciendan
hasta el punto de no necesitas luz artificial. Dios tenía millones de ideas en
su cabeza, eliminó casi todas pero no la idea de una mujer. Dios morirá pero la
mujer nunca. Allá había un punto minúsculo que se convirtió en una explosión
inmensa, ese movimiento hoy se llama mujer. Hasta el momento he rezado en
muchas capillas, he participado en celebraciones litúrgicas en diversos lugares
pero hoy frecuento aquellos lugares con una curiosidad insaciable. He empezado
a fijarme en los más mínimos detalles que al final llegan a ser los más
relevantes, su pequeñez se convierte en grandeza. En el tabernáculo de todas
las iglesias existe un lugar que se llama sagrario, porque es allí donde se
conserva el cuerpo de Cristo, supuestamente la presencia real de aquel hombre
considerado Señor, digno de respeto y adoración. Este sagrario es el espacio
más sagrado del templo, la mayor parte del tiempo se encuentra cerrado, solo se
abre en ocasiones de celebraciones. Últimamente me he dado cuenta que la
mayoría de estos lugares necesitan una llave para ser abiertos y cerrados, he
fijado mucho mi atención en aquellas llaves y me he percatado que esas llaves
tienen la forma de una mujer.
Las mujeres siempre me
fascinaran y paulatinamente voy encontrando a la Mujer.
Fénix!!!!!
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