TRAYECTOS DE UN VIGÍA

INCERTIDUMBRE

A veces,  este universo parece demasiado pequeño, pero otras veces se presenta como un gigante en gestación, entonces, le melifluidad de esta bipolaridad circunstancial se evapora y los días se transforman en una euforia exagerada o en  momentos soporíferos. Así,  de una manera vaga, diviso en los horizontes lejanos un parpadeo, una sonrisa, una palmada, una palabra. Pero todo parece confuso, fruto del azar, aunque mi espíritu rehúsa creer estas peripecias como fruto de la casualidad, ya que sus voces me dicen que cada cosa tiene una razón, una manera de ser, entonces, sin una sombra de duda creo en la causalidad. Justo cuando todo parece tener explicación o cuando pienso sobre lo que estoy pensando, nace la duda, la confusión, la curiosidad, el hambre de buscar algo más allá de lo evidente. Entonces, mis especulaciones se convierten en trayectos de un vigía. No voy en busca de respuestas, porque aún no tengo preguntas, no voy en busca de un punto, porque todo está disperso, no busco distancias mínimas, porque todo está muy cerca. Tal vez la manera más pertinente de acercase a la realidad es alejándose de ella, porque el placer de la búsqueda no radica en encontrar aquello que se busca, sino precisamente en la búsqueda misma. El punto final no es lo más relevante, sino las comas que existen dentro de las oraciones, porque son estas las que dan sentido al trayecto.
Todo es confuso. Es extraño. Un juego. ¿Pero qué pasaría si todo fuese claro, evidente, cercano? ¿Sería la realidad una ilusión, una idea quimérica?  Es así como me inserto en universos internos y externos que se mueven constantemente y que me incitan a seguir especulando, porque frente a todo este abanico de posibilidades, necesito crear y recrear una vida que no es esencial, sino que simplemente es una prefiguración, una simulación, una representación de algo que yo nunca viví.
Probablemente, algunos se pregunten a dónde quiero llegar con estas líneas. No quiero llegar a ninguna parte, porque eso significaría un punto final o tal vez  volver al punto prístino. Quiero seguir encapsulado por esta búsqueda.
Las ventanas de mi mente se han opacado con el vapor de la confusión, de la curiosidad y de la búsqueda, entonces, creo en todo para no creer nada y creo en la nada para creer todo. Pero en algún punto intermedio debo encontrar un ápice de luminosidad, el cual me servirá de antorcha para iluminar mis pasos que fehacientemente se dirigen a aquel iluminado templo de la libertad.

Me fascina la incertidumbre, lo impredecible, porque estos también significan libertad.

Fénix!!

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