LO ASIMÉTRICO DE LA ASIMETRÍA

SOMOS ASIMÉTRICOS

Desde tiempos muy remotos, el ser humano ha desembarcado sus conocimientos tratando de encontrar fluctuaciones similares en las cosas, en el mismo ser humano, con longitudes y magnitudes milimétricamente iguales. Esto, ha significado por muchos años una búsqueda abnegada de una armonía física, material y visible frente a los ojos del mundo.  Así mismo, esta manera de concebir la realidad llevaba en su vientre, implícitamente, concepciones y construcciones mentales que han servido como pilares de un mundo humano que se transforma y se recrea cada día. En otras palabras, lo que se buscaba era encontrar una simetría en cada objeto, en cada ser humano. Incluso lo bello era concebido como lo simétrico. La simetría, entonces, se convertía en el ente regulador de la belleza. De aquí que las cirugías plásticas para reconstruir la nariz, los pómulos, el rostro completo, se hayan insertado dentro de la sociedad con una rapidez violenta. Mientras más simétricos más bellos y normales.
Afortunadamente, vivimos en un mundo que cambia, a veces, lampedusinamente, pero se transforma, evoluciona y esto permite que los seres humanos inventemos nuevos conceptos, nuevas ideas, nuevos conocimientos para lidiar con una realidad que busca ser real. Es aquí donde empezamos a crear nuevas estrategias y mecanismos que nos permitan  crear nuevas realidades, que nos inciten a soñar con lo imposible. Dentro de este abanico de bifurcaciones y deslizamientos mentales, nace la pregunta acerca de la simetría ¿somos realmente simétricos? ¿Se puede seguir pensando que lo bello es sinónimo de lo simétrico?
Los seres humanos evolucionamos y dentro de este proceso nuestra humanidad se vuelve mucho más compleja. Esto significa movimientos caóticos, desordenados, procesos vertiginosos, el nacimiento de las polaridades. En realidad, significa sumergirnos en un universo de divergencias procelosas. Es aquí donde la simetría se evapora, se esfuma porque no encuentra espacio para seguir derramando sus efluvios.
Tal vez, sea una conclusión prematura, pero el destino me condena a gritarlo: la complejidad nos vuelve asimétricos. Nuestros hemisferios cerebrales son asimétricos, por eso sin una sombra de duda puedo decir que mientras más asimétricos más bellos y normales somos. Por eso, la asimetría es una mujer.
 ¡Somos asimétricos!




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