SIMPLEMENTE UN OBJETO

SÓLO SONRÍO

Hay cosas en mi vida que han cambiado mis percepciones sustantivamente, como por ejemplo mi deliberada decisión de ser un religioso, eso me ha ayudado a ver la realidad con una perspectiva mucho más holística. Hay decisiones en mi vida que han sido substanciales y porque no decirlo trascendentales porque algunas de ellas me han conducido por caminos estériles y áridos donde he tenido mucha sed y donde he sentido flaquear las fuerzas de mi espíritu, otras de ellas me han encaminado en unas rutas mucho más fructíferas, me he sentado debajo de unos árboles frondosos y de frutos provechosos. Mis experiencias no han sido extensas pero sí muy intensas, ese es el mar de la vida, a veces tiene olas muy fuertes, pero otras veces nos sumerge en una tranquilidad sempiterna. He caminado poco pero lo he hecho descalzo, he llorado sin compañía, he reído unos pocos minutos pero aquella alegría he llegado a ser un exuberante y verde bosque, he hablado con muy poca gente pero esas conversaciones han sido verdaderos encuentros espirituales que hoy nimban mi frente. Hoy llevo en mis manos la antorcha de la vida, el faro de una fuerza inconmensurable que es mucho más que estar vivo.


Dentro de aquél océano de posibilidades he tomado algunas decisiones a simple vista frívolas pero que en realidad han perfumado la atmósfera de aquel valle que se llama sentirse bien sin caer en una obsesión compulsiva porque esas decisiones no son primordiales porque puedo vivir sin ellas, o sea no cambian mi vida completamente, sólo añaden un poco más de sabor a mis pasos diarios. Una vez yo decidí tener un arete, no fue una decisión puramente racional, en realidad fue una combinación con mis sentimientos y quizás hubo allá un poco de romanticismo que es característica común de la juventud. En aquél entonces yo estaba en proceso de formación como lo estoy (en la misma congregación) ahora también sólo que los procesos tienen un contexto en el cual son entendidos de diferente manera sin cambiar el mensaje crucial que es lo más relevante, entonces yo tenía que pedir permiso, sin una sombra de duda lo dije, aquel ángel celestial que siempre estuvo allá para caminar conmigo me dijo que sí podía tener un arete, en aquél preciso momento yo ya no era consciente de lo que pasaba porque yo estaba extremadamente emocionado, exhausto, mis sentidos habían sido encapsulados, yo estaba inmerso en un mundo de locura sana. Después de unos días de ansiedad yo conseguí un arete de plata, lo usaba muy contento, pero un día yo viajé al norte del Perú, me hospedé en la casa de una señora a la cual mi amigo con el que viajaba la conocía, le dije a la señora que yo era religioso, obviamente ella se sorprendió un poco porque quizás aquél entonces fue la primera vez que había visto a un religioso con arete, normalmente cosas con las que no somos familiares nos sumergen en un mundo de especulaciones y a veces conclusiones ilógicas, irracionales y un poco inmaduras. Lo cierto es que después de unos días el corazón de esta señora se había ablandado o quizá la mano de un ángel hizo que se transformara, entonces los sentimientos que ella empezó a tener eran diseñados por la acogida, la hospitalidad y el respeto a la libertad del otro hasta el punto que mi supuestas frivolidad y vulnerabilidad habían encapsulado sus preconcepciones convirtiéndolos en uno de los regalos más estupendos: ayudar al otro a sentirse bien. Un día ella nos invitó a ir a un pequeño pueblo, llegamos a la plaza de armas y yo inmediatamente noté unas vitrinas con muchas joyas, me acerqué a ellas y las miré firmemente como un niño cuando quiere algo pero no lo dice, la señora se dio cuenta de mi fragilidad, entonces ella me preguntó con una voz delicada y plácida: ¿Te gustaría tener un arete de oro? ¡Qué pregunta! ¡Qué momento! Sólo una voz que viene del Vértice puede descubrir los proyectos del corazón a veces sumergidos en un silencio sepulcral. Sin titubeos y con una cara de niño mimado le dije: pues sí, entonces ella rindiéndose ante mi procacidad compró un arete de oro y me lo dio. Que Dios la mire compasionadamente. Hoy llevo ese arete que ha sido ha sido y es causa de muchas controversias especialmente entre aquellos que aún viven en el pasado con sus ideas imperialistas e inmersos en una escuela de dogmas que no hacen más que ofuscar la visión humana, pero pobres ellos que viven sin darse cuenta que es imposible para el pensamiento de la gente y por ende la evolución, esa gente está aún viviendo en una anacronismo ignorante. Mi arete ha causado mucha sensación porque algunos dicen que eso no está dentro de los parámetros de una vida religiosa. Hoy cada vez que voy a estudiar muchos me dicen: ¿y te dejan usar un arete en tu congregación? Yo solo los sonrío, aunque me parece un poco inmaduro estar pendiente de los otros y no preocuparse por uno mismo. No existe una incompatibilidad entre ser religioso y usar un arete. No me gustan sentimientos obligatorios.

Uno de los principios de la Ética es respetar la autonomía de las personas que incluye obviamente la individualidad. Por eso yo te pido, si algún día me ves en una silla de ruedas en una casa de ancianos, viejo pero no envejecido, un poco debilitado y quizás sin poder tomar decisiones por mi mismo, permíteme usar mi arete, y si yo muerto, que no creo que pase, entiérrame con mi arete porque quien sabe quizás regrese y si no quizás el viaje a la nueva vida sea largo, entonces encontraré mucha gente sedienta en el camino y lo único que tendré para vender y hacer algo por ellos será mi arete y obviamente eso servirá para comprar agua y dar de beber a un sinnúmero de gargantas sedientas.

Fénix.

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