LA CIENCIA EXACTA

UN ELOGIO A LA SUBJETIVIDAD

Vivimos en el mundo de las perspectivas, ya no buscamos la verdad como fin, porque ésta es el proceso de búsqueda que un sujeto realiza en los devenires de la vida. Es aquí  donde el mundo externo adquiere diferentes matices para concebirse como un abanico de posibilidades y de escalpelo. Son nuestras visiones las que se imbrican a través de los intersticios mentales para hacer nacer ideas nuevas,  maneras de pensar, modos de mirar y mirarnos. Entonces, nos insertamos en el encuentro de mundos internos y externos insospechables que se deslizan o se abren a  lo desconocido, a lo virginal. Estas maneras de concebir el mundo no solo recrean circunstancias, sino que también abren surcos fértiles para nuevas experiencias. Es así como nuestras relaciones sonríen frente a las nuevas gestaciones mentales.
A veces, parece que los horizontes se han diluido lampedusinamente, pero la realidad nos dice que simplemente han cambiado de lugar, entonces,  ya no podemos mirarlos desde los mismos lugares de antaño, necesitamos nuevos vértices, nuevos mecanismos que nos permitan entender una realidad que probablemente solo existe como percepción. Los grandes discursos han fenecido, probablemente, porque  han fracasado en su intento de comprender al ser humano. Hoy en día, conocemos muchas dimensiones del individuo humano, sin embargo, allá en profundo de cada ser siempre existirá un ápice de lo desconocido, de lo inexorable. La autoconciencia, la metacognición son ejemplos evidentes de  aquello que aún permanece como inaccesible. Es aquí donde las perspectivas se nutren, se alimentan y se ufanan de su invencibilidad, dando paso a la subjetividad. Nuestras miradas, nuestros mundos, nuestras ideas son subjetivas, entonces, nos vemos sumergidos en la pluralidad, en la diferencia, en el movimiento en contraposición a la uniformización y a la homogenización. Es casi imposible negar que los individuos apercibimos los mundos desde nuestras propias experiencias y  éstas tienen una connotación singular dentro de cada sujeto. Ya no somos objetos objetivos, somos sujetos subjetivos. He aquí una pequeña conversación.
Yo: hola, ¿cómo estás?
Ella: muy bien, saliendo del trabajo.
Yo: me alegra mucho.
Ella: y tú ¿cómo estás?
Yo: muy bien también, tranquilo, aquí caminando un rato para distraerme.
Ella: ¿distraerte de qué?
Yo: de aquello que me mantiene ocupado, porque creo que el mundo, a veces, es cruel conmigo…
Ella: eso es lo que tú crees  y piensas…
Es una conversación de la subjetividad encarnada: “eso es lo que tú crees y piensas”. Vivimos en tiempos demasiados exactos.
Hoy he descubierto la ciencia más exacta : La subjetividad.

                                                                                                                                   

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