02 DE MARZO

Acabo de escuchar el alentador sonido de las campanas celestiales y los elogios que aquel sonido acaba de hacerme en nombre de todos ustedes y los deseos que tiene de que mi modesta existencia se prolongue por muchísimo años más, créanme, me conmueve hondamente el alma y por otro lado me hace sentir una inmensa dicha porque ciertamente creo no haber llegado a los 27 años conforme hubiera querido llegar. Por más que el hombre se propone andar despacio, con tranquilidad y calma, siempre hay algo que nos entorpece en el camino de la vida. Nuestros sentidos se embotan y nuestras facultades disminuyen y entonces viene nuestra obediencia ciega a los malos instintos y a las malas ideas. Pero estando el hombre dotado de tal fortaleza de espíritu, hay necesidad de vencer toda clase de tentaciones maléficas y en esta tenaz lucha he aquí un día de descanso.

He sentido flaquear mis fuerzas en el proceloso viaje de mi vida, pero hasta hoy, he podido llevar mis pasos por el camino de la virtud, despejando toda idea malévola y todo instinto pernicioso que ha querido desviar mis pasos o entretenerme, en mi único y firme propósito de mantener mi línea de conducta por ustedes conocido, y que creo me ha hecho digno del aprecio general. Y me siente orgulloso de cuantos me cruzan en el diario caminar me saluden con el respeto más sincero y luego me aprecien como todos ustedes que este momento grandemente dichoso para mí me recuerdan pletórica de alegría. Desde mis abuelos hacer el bien a mis semejantes fue mi mayor placer y satisfacción, porque tengo en mente la idea de que el hombre ha venido al mundo a hacer el bien y no a hacer el mal. Los conceptos que muchos han vertido hasta hoy sobre mi modesta persona dejan en mi cerebro y corazón la semilla del estímulo y la sugestión que darán sus frutos provechosos mediante mis pensamientos y acciones para seguir siendo merecedor del cariño y afecto de mis amigos y semejantes.

Dicen que un dos de Marzo de 1984 divisé la luz del mundo por primera vez y fue en un pueblo pequeño pero una cuna real de quietud y concordia, hoy este mi terruño querido se yergue señorial, lo recuerdo a cada instante porque me cobijo en mi infancia en su regazo maternal.

Y por ello hoy me gustaría beber el elixir de la vida también por su feliz ventura y que este pequeño festejo quede grabado en sus corazones como una grata reminiscencia.

Fénix

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