ARDIENTES IMPULSIVIDADES

LO POCO


En mi vida hay defectos que a veces tienen efectos perversos hasta quizás insolentes, irracionales pero a veces aquellos son formativos, fructíferos y altruistas. Alguna vez le he dicho a Dios: líbrame de mi mismo porque he sentido miedo de ser muy grande para mi mismo. Yo creo que algunos de mis defectos son virtudes, por ejemplo la imprudencia es una virtud porque hay que ser imprudentes para romper aquellas murallas que nos mantienen paralizados en la frialdad de algunas tradiciones que no hacen más que poner frente a nosotros una cortina negra invitándonos a sacralizar lo que algunos nos han enseñado. Hace años atrás he tratado de entrar profundamente dentro de mi mismo para armonizar mi mundo externo con el interno y para descubrir aquello que estaba bajo la penumbra de mi ignorancia, entonces de pronto me he dado cuenta que soy más humano de lo que pensaba y como me gustan los detalles y los puntos pequeños para construir los grandes he mirado a ellos con cautela para descubrir sus causas causantes y sus consecuencias finales que creo yo no serán destructivas.

Me he percatado que me gusta terminar lo que “poco” obviamente dentro de los límites de mi concepción acerca de lo que es poco. Me explico: por ejemplo si tengo nada más que un sol quiero gastarlo inmediatamente incluso cuando yo sé que eso me bastaría para sobrevivir en armonía con mis resistencias creativas. Las ideas siempre tienen un origen y no me sorprendería que estos detalles formen en ti un imperio de ideas o hasta quizá te vas dar el lujo de sacar algunas conclusiones, pero ten cuidado porque nuestras percepciones acerca de la realidad necesitan pilares y sustentos que puedan armonizar una idea con el mundo real entonces en aquel preciso momento habrás llegado a aquel bendito pináculo que se llama Verdad. Quizás tú piensas que a mi gusta terminar lo poco porque me gustan cosas grandes, es cierto, me encantan las cosas que pueden ir más allá de los límites humanos, me encantan las cosas que confunden, me encantan las cosas nuevas obviamente con fundaciones claras como el agua de un riachuelo, pero me gustan también las cosas pequeñas y simples porque creo que ellas son la base de lo que se puede construir, las cosas consideradas pequeñas también me elevan a otro mundo donde mi alma queda embarazada con el aroma de la satisfacción.

Ayer noté que tenía perfume para unos tres días más, pero de pronto pensé que no tiene sentido guardar algo que yo sé que pronto se va a esfumar, si se va a terminar pues que se termine ahora mismo, entonces con mi corazón pletórico de júbilo me eché todo el perfume que en aquel preciso momento había como si lo “poco” obstaculizara mi existencia. Me gusta lo “poco” pero sólo un poco. Esto me ha pasado con muchas de mis cosas de las que uso pero de las que no puede disponer porque aquellas no me pertenecen, ellas son parte de un mundo mucho más grande, como dice Job: desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo tengo que volver a el. Lo que he descrito son sólo algunos ejemplos, pero lo mismo pasa con mi pasta dental, con mi desodorante, con mi gel para cabello entre otras cosas más. Yo no creo que esto sea una casualidad porque no creo en ella ya que toda cosa tiene una razón y entre aquellas cosas hay una relación muy estrecha, casi inseparable, el todo tiene que ver con las partes y viceversa e indudablemente detrás de cada cosa hay un mensaje que necesita ser decodificado para descubrir las causas y las consecuencias de un acto meramente humano.

Yo creo que mi impulsividad por terminar lo “poco” es un acto deliberado y consciente pero quizás aún no tengo una perspectiva holística o un concepto claro acerca de lo mucho que se encuentra en lo poco o quizás he tenido tan poco en mi vida que hoy eso entorpece mis concepciones acerca de la vida. Yo sé que se puede ser feliz con “poco” Si los timbres de tu memoria aún están activos pues recordaras fácilmente que te he dicho que me encantan las cosas nuevas y es por eso que para mi lo “poco” es obsoleto, porque para que sea “poco” tiene que haber pasado por un proceso de consumación y estoy seguro que en aquel momento las cosas pierden sus substancias exquisitas y atractivas que no hacen más que perturbar la esencia de lo esencial entonces me hace cosquillas lo “poco” porque pienso que es sólo el residuo, el escombro de una vida afortunada en la que los actores activos han aprovechado de aquella pasividad de las cosas. Por ejemplo si tengo un poquito de perfume pienso que alguien lo ha usado y lo ha dejado para mi, es cierto que alguien ha intervenido pero en el fondo resulto siendo yo mismo el que tiene mucho e interesado en terminar lo “poco”

Yo creo que hay una cierta lógica en mi manera de ver las cosas. Pues si termino inmediatamente lo “poco” se supone que voy a conseguir algo nuevo, hasta hoy siempre lo he conseguido y estoy preparado para no terminar lo “poco” porque me daré cuenta que no puedo tener en la vida todo lo que quiero aunque lo que realmente deseo no se encuentra en esta pequeña esfera o quizás aún no ha nacido, en aquel entonces lo “poco” será siempre nuevo porque el no tener posibilidades en la vida significa creer en lo imposible.

Estas cosas son aparentemente frívolas pero yo creo que nos ayudan a vivir con la realidad. Un medio esencial para conocer es la experiencia pero también el conocimiento en sí mismo. Lo poco y lo mucho no existen, ellos son sólo atributos que nosotros los humanos atribuimos a las cosas para ponerlas en una categoría. Cuando empezamos a medir las cosas nos damos cuenta que nuestra capacidad humana muchas veces no tiene la capacidad para trascender los límites de lo palpable, de lo que nos circunda, entonces vemos la necesidad de recrear cosas dentro de nuestros límites. En un mundo eterno en el que estoy viviendo todo está colmado y nada se termina porque nuestras concepciones no tienen límites.

Fénix

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